domingo, 23 de enero de 2011

El evangelio de hoy


Hoy conmemoramos el día de San Ildefonso de Toledo. San Ildefonso, vino al mundo a principios del siglo VII y fue educado en la escuela isidoriana de Sevilla. Muy pronto se manifestó en él su recto carácter, su espíritu recatado, su afecto a la vida monástica. Sus padres se opusieron a su vocación, y para defenderla, tuvo que huir del hogar refugiándose en el monasterio de Agali (Toledo), del que llego a ser Abad para posteriormente ser Arzobispo de Toledo. Hincapié especial merecen la devoción y dedicación de nuestro Santo a cuanto atañe al culto y amor de la Celestial Señora. Digamos aquí que la fiesta del 18 de diciembre, hoy de Nuestra Señora de la Esperanza, fue establecida por el X Concilio de Toledo, como traslación del día de la Encarnación a ruegos y propuesta del entonces todavía abad de Agali. El Concilio no sólo aprobó la propuesta, sino que encargó al mismo ponente la composición y redacción del oficio de la festividad de Santa María. Los desvelos y amores de Ildefonso por la celeste Reina habían de tener premio adecuado: Una noche (la del 17 de diciembre) en que Ildefonso, ya arzobispo de Toledo, se dispone, como en años anteriores, a iniciar con solemnes maitines la Festividad de la Virgen, había de ser la escogida por la Señora para agasajar a su siervo. Antes de la llegada del rey Recesvinto, se abrió el atrio episcopal, saliendo el cortejo, presidido por Ildefonso que, a la luz de las antorchas, se dirigió a la catedral. Abiertas las pesadas puertas, los clérigos penetran en la basílica; mas de pronto advierten que les envuelve cierto celeste resplandor; sienten todos un pavor inaudito, dejan caer las antorchas de sus manos y huyen despavoridos; Ildefonso, sin embargo, dueño de sí y empujado por un estímulo interior, sigue animoso hasta el altar y postrado ante él, al elevar sus ojos, descubre a la Madre de Dios, sentada en su misma cátedra episcopal; alados coros de ángeles y grupos de vírgenes y santos, distribuidos por el ábside, formando la más espléndida corona a la Reina de los Cielos, modulan salmos y canciones; algunos clérigos huidizos tornan al templo en busca de su prelado, mas al ver tal espectáculo, sobrecogidos, vuelven a huir, María invita entonces al arzobispo Ildefonso a acercarse a ella y con dulces palabras, que recordará luego nuestro Santo con gozo inefable, alabando su amor, escritos y apostolado, le hace entrega, en prenda de la complacencia y la bendición divinas, de una vestidura litúrgica, traída de los cielos”.

Evangelio según San Mateo 4,12-23.
Cuando Jesús se enteró de que Juan había sido arrestado, se retiró a Galilea.
Y, dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, a orillas del lago, en los confines de Zabulón y Neftalí,
para que se cumpliera lo que había sido anunciado por el profeta Isaías:
¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, país de la Transjordania, Galilea de las naciones!
El pueblo que se hallaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en las oscuras regiones de la muerte, se levantó una luz.
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: "Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca".
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores.
Entonces les dijo: "Síganme, y yo los haré pescadores de hombres".
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca con Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente.

No hay comentarios: